
Historia
Mi nombre es Eduardo Luís Reyes Beltrán, actualmente tengo 51 años de edad, vivo en la ciudad de Rancagua en la región de O’Higgins, Chile, de profesión chef profesional y administrador de empresas, entre otras cosas. En mi vida he trabajado muy poco tiempo como dependiente y la mayor parte de mi vida adulta he sido emprendedor, he tenido fracasos y aciertos, por lo tanto, conozco este maravilloso mundo del emprendimiento y lo difícil que es el día a día para todos aquellos que deciden luchar por sus sueños. Siendo joven me dediqué a la venta de artículos de surf; también trabajé en la extinta cadena de videos Blockbuster; y también vendí tarjetas de navidad para los boy scouts. Ya siendo más adulto, por azares de la vida, terminé teniendo un clandestino en calle Gamero en la ciudad de Rancagua, del cual guardo momentos maravillosos de mi vida, y posteriormente, junto a mi hermano tuvimos una cantina por 6 años conocida como <<El Gato Feliz>>. Entre los años 2009 y 2014 fui propietario de un local de sushi de nombre <<Sushi Rancagua>>. Una vez habiendo finiquitado el local, emprendí en el área de gastronomía y coctelería, emprendimiento que me permitió trabajar en 29 comunas de mi región y atender eventos desde la región Metropolitana hasta Villa Cerro Castillo en el corazón de la Patagonia chilena. Nuestro trabajo está plasmado con imágenes y videos en nuestras redes sociales con el nombre de <<Cocina Capaz>>.
En abril del año 2019 tomo la decisión de regalarle mi emprendimiento, <<Cocina Capaz>>, a mi fiel compañera Francisca Pacheco con una transición de un año, tiempo para que ella logre el conocimiento y la adaptación suficiente para asimilar el cambio sin que perjudique su desarrollo.
Yo nací en la población Isabel Riquelme de Rancagua, así como también pasé gran parte de mi niñez en la comuna de Renca en la región Metropolitana, lo que provoca en mí un fuerte sentido por el desarrollo social, y es este sentido del trabajo social en terreno lo que me lleva a tomar la decisión de desprenderme de mi empresa. Ser emprendedor requiere de una dedicación total, cosa que no me permitía desarrollar mis ideas sociales comunitarias. La crisis sanitaria que nos golpea duramente desde principios del 2020 me dio la oportunidad de tener tiempo para investigar y profundizar en aquellos proyectos que son relevantes para personas olvidadas por el Estado de Chile, es así como empiezo a contactarme con personas que padecen de alergia alimentaria, madres con hijos de condición TEA, organizadores de ollas comunes, veganos y adultos mayores para poder saber como poder mejorar sus vidas a través de la alimentación. Tomo la decisión una vez habiendo indagado sobre si había planificaciones en relación a los temas ya mencionados en las plataformas oficiales del Estado de Chile, y la sorpresa fue mayúscula al constatar que la información era precaria y poco efectiva.
Yo no trabajo solo, tengo la suerte de contar con una red de apoyo amplia, entre las cuales recibo el apoyo y asesoramiento de abogados, psicólogos, sociólogos, psicopedagogos, trabajadores sociales, kinesiólogos, nutricionistas, enfermeras, médicos y docentes tanto del área pública como privada. Mi apoyo en ellos ha hecho posible que durante todos los años como relator haya tenido una asistencia, por parte de las beneficiarias, que sobrepasa el 91% y habiendo tenido solo 2 deserciones, ambas por motivos personales. Por todo esto estoy convencido de que la manera en que yo les he sugerido a las autoridades del gobierno de Chile llevar a cabo el desarrollo de las capacitaciones es la correcta. Sin embargo, no he tenido eco ni con la administración de izquierda ni de derecha, básicamente por una falta de voluntad política, por eso en el desarrollo de las 2 primeras partes de este emprendimiento social he decidido recurrir al sector privado. Cabe señalar que desde el año 2014 al año 2019 he tenido contacto directo con la mayoría de las autoridades de mi región, senadores, diputados, CORES, intendentes, gobernadores, alcaldes y concejales, y frente a la propuesta de trabajar para el desarrollo comunitario la respuesta siempre ha sido la misma, “hay que evaluarlo”, y bueno, se sigue evaluando.